Cita casi a ciegas 

Hay historias que merecen ser contadas, como la que vivió mi buena amiga Carmen. Yo estuve ahí desde el principio con ella y por eso la conozco tan de cerca. Todo empezó como empiezan muchas relaciones últimamente, por internet. Los dos tenían una cuenta en una conocida red social en la que subían fotos de sus viajes, algo a lo que ambos son muy aficionados. Pero además coincidían en otra cosa, ninguno subía fotos de sí mismo.

Ese fue el elemento insólito de este encuentro. Por más que Carmen intentó encontrar fotos del chico, no pudo. Y él aseguraba que tampoco conocía la cara de Carmen. Se comprometieron a seguir así, sin saber cómo era físicamente la otra persona, algo muy poco común en los tiempos que corren. Aun así, con todo, querían conocerse y para ello eligieron un lugar lo más lejano posible de sus respectivas ciudades, sería una cita a ciegas como en las grandes historias de amor. 

Y el lugar elegido no fue otro que las Cíes que ninguno de los dos conocía. Carmen me convenció para que la acompañara al menos hasta embarcar en el viaje a las cíes desde cangas. Estaba súper nervioso por el paso que estaba dando y no sabía si el juego en el que se había metido le acabaría saliendo mal. Yo la tranquilicé y le dije que la acompañaría hasta el barco y que, a partir de ahí, debería llegar ella sola. Pero que yo esperaría unas horas hasta que ella me confirmara que todo iba bien.

Y eso hicimos. Para que todo fuera honesto, mi amiga le dijo al chico que llevaba una amiga que iba a esperar antes de hacer viaje a las cies desde cangas. El chico no puso ningún problema, aunque dijo que él iría solo. Pero era una forma de guardarnos las espaldas porque nunca se sabe, aunque el chico pareciese un cielo por internet. 

Y así llegó el último capítulo de esta historia, conmigo esperando en Cangas el mensaje de mi amiga que, una vez se encontró con el chico en el lugar indicado, no se hizo esperar: “Todo bien”, y un emoticono con una gran sonrisa.