UNA IDEA QUE NO SALIÓ BIEN

Hace ya un tiempo un amigo de nuestra pandilla tuvo la genial idea de montar una tapería ya que se estaban poniendo de moda por toda la ciudad. A nosotros nos pareció una idea estupenda, pero después de ir a tomar algo unas cuantas veces me dí cuenta de que ese local no estaba hecho para mí. Y es que la gran mayoría de las tapas que allí se servían llevaban mejillones y no es que sea un fan demasiado efusivo de los mejillones. Siempre hacíamos bromas acerca de que tendría un buen distribuidor de mejillones precocinados congelados porque de lo contrario no entendíamos el porqué de tantos mejillones en la carta. Como a mis amigos sí les gustan los mejillones, ellos siguieron yendo durante bastante tiempo a cenar y yo me pasaba después de la hora de cenar para tomarme unas copas con ellos.

 

Con el paso del tiempo a nuestro amigo que había abierto el bar con tanto entusiasmo no le quedó más remedio que traspasar el local por culpa de que los camareros que habían contratado no eran nada profesionales y le costaban mucho más dinero de lo que realmente cobraban ya que invitaban a copas a sus amigos sin pedir permiso al jefe y al final eso fue su perdición. Al final la tapería debió estar bajo su gerencia unos dos o tres años pero el local sigue abierto hoy en día con otra gerencia y por lo que parece el local funciona bastante bien. Desde que nuestro amigo dejó de ser el jefe del local no hemos vuelto nunca allí, pero tampoco es que lo echemos de menos ya que disponemos de otro bar para que ejerza de centro de operaciones de nuestra pandilla y por lo menos en este nuevo bar me gustan casi todas las tapas que sirven, porque son de comida casera y los precios son mucho más asumibles que en el otro bar.

 

Sea como sea, nuestro amigo después de traspasar el bar se dedicó a otras profesiones en las cuales le fue mucho mejor que en la tapería gracias a su gran labia.